Los mensajes inconscientes de las marcas


«Los arquetipos toman vida solo cuando intentamos descubrir, pacientemente, por qué y de qué modo tienen significado para un individuo vivo»
. Carl Jung

Por: Vanessa Lerner
Cuando nuestros padres supieron que naceríamos, pensaron en ponernos un nombre teniendo en cuenta algunas cosas: confirmaron si íbamos a ser niño o niña, si coincidía con el apellido de ambos, etc. Las elecciones de nuestros padres para ponernos un nombre, en pequeña medida, fueron el comienzo de nuestra identidad personal. Tenemos un nombre para diferenciarnos y a la vez para ser parte de una sociedad y su entorno.

Algo similar sucede al crear el nombre de una marca, con la diferencia de que esta representará a un producto, a un servicio o a una organización. Sabemos cómo será ese producto, para qué servirá y en base a ello procuramos crear un nombre y unos signos gráficos que representen adecuadamente la imagen que se busca proyectar.

Los seres humanos nos vamos formando con el paso del tiempo y no somos un «producto» terminado. Se podría decir que la marca también se va formando con el tiempo, pero en realidad se va afirmando (si es que se hizo un buen trabajo). A medida que pasa el tiempo se ve cómo una marca se asienta en el mercado —especialmente las buenas marcas, que dejan una gran huella en el inconsciente de las personas—.

Cuando se diseña una marca gráfica se debe procurar que represente adecuadamente a la marca porque es como la firma de una persona. Una persona es su cuerpo, su mente, su forma de vestir, de hablar, etc. Para la grafología, la firma y la escritura de una persona son la síntesis de su personalidad, y reflejan todas las características de esa persona: cómo piensa, siente y actúa. Para quienes conocemos de la aplicación de la grafología, lo mismo ocurre con las marcas gráficas en relación a las organizaciones y los productos.

Carl G. Jung, (1875-1961) psicólogo y psiquiatra suizo, colaborador de Freud, habla de los símbolos o arquetipos universales que están en el inconsciente colectivo. Estos arquetipos son los que se comparten en todas las culturas por igual: la forma, el color y el simbolismo espacial. Por ejemplo, milenariamente el círculo simboliza lo femenino, el sol, la tierra. Con respecto al simbolismo espacial, podemos decir que arriba está el cielo, lo espiritual, las ideas; en la cultura oriental se escribe de arriba hacia abajo y nosotros lo hacemos de izquierda a derecha, los hebreos escriben de derecha a izquierda y para todas estas culturas lo que está a la derecha es el futuro y lo que está a la izquierda el pasado. Estos entre otros, son arquetipos que se comparten universalmente, es aquí donde se centra la grafología publicitaria, en el inconsciente colectivo, llegar a través de una proyección gráfica al inconsciente del receptor de una forma positiva y adecuada, pudiendo lograr que se genere una reacción esperada.

¿Por qué y para qué? Porque muchas veces una marca gráfica está diseñada por un lado, desde la conciencia, y por otra parte se proyecta el inconsciente, que puede o no beneficiar a una marca. Para que esa parte inconsciente de la creación no genere efectos contrarios a los deseados, la grafología publicitaria interviene en sus interpretaciones, aportando una conciencia de lo que verdaderamente está comunicando el diseño gráfico. ¿Cómo es posible? Teniendo los conocimientos de los arquetipos podemos lograr elegir adecuadamente aquellos rasgos que representen lo que queremos comunicar.

Alejandro Carpintero, un diseñador gráfico y tipográfico, me dijo: «es imposible hacer que el destinatario de una pieza de diseño lea una sola cosa, lo que sí podemos hacer es que no lea cualquier cosa. Si logramos eso, nuestro trabajo será exitoso. Luchamos por imponer sentido». Estoy de acuerdo, y agrego: esto ocurre porque no solo participa el inconsciente colectivo en la persona sino también su inconsciente personal.

Un ejemplo: ¿a veces uno ve una publicidad gráfica, un logo o una tipografía, y tiene una primera reacción que no sabe muy bien de dónde viene? Obviamente sin aplicar el ojo clínico, sólo viéndolo como un simple espectador. Es ahí donde se activa el inconsciente, donde eso que uno ve te remonta a algo ancestral y tan primitivo como una forma, un color, que genera una reacción, es el estímulo-respuesta tan conocido.

Según Carl Jung, en el hombre coexisten dos instancias cuyos contenidos divergen y se contraponen entre si:

  1. Inconsciente colectivo, donde persisten remotas cosmovisiones o imágenes fundamentales y primitivas, transferidas de generación en generación.
  2. Inconsciente personal, poblado de imágenes y recuerdos imprecisos, incluye los sentimientos y pensamientos reprimidos, significativos para cada sujeto particular, que son elaborados durante la vida individual.

También en oriente una de las interpretaciones que se le da al blanco es el luto, mientras que para nosotros los occidentales es el negro. Hay que dejar en claro que las interpretaciones tanto de los colores como de cualquier signo gráfico varían según el contexto, ya que no cuentan con un único significado. El negro también puede representar seriedad, sobriedad, entre otras cosas. Para saber cuál es el significado adecuado debemos tener en cuenta el contexto, la cultura y otros signos que lo refuercen, para decir que un color o signo gráfico está comunicando algo especifico. Por otro lado, hay excepciones a la regla, pero se sabe lo importante que es tener presente a quién va dirigido el diseño; por estos mismos motivos hay interpretaciones que se comparten universalmente y otras que no, y hay personas que pueden ver e interpretar una cosa y otras no, porque depende de su inconsciente personal y colectivo.

La creencia de que uno elige un producto de la góndola sólo porque es más atractivo o bonito su diseño, tiene mucho que ver también lo que esa marca generó en el inconsciente colectivo y personal de cada uno. Una buena marca tiene en cuenta el inconsciente colectivo, aquellos arquetipos que son compartidos por todas las culturas, para así poder tener un mercado mucho más amplio y no limitarse a pequeños sectores sociales y culturales.

En el capítulo 1 del libro Secretos de marcas logotipos y avisos publicitarios, Andrea Pol escribe según las palabras de Carl G. Jung:

«Los contenidos del inconsciente colectivo —conjunto de nociones, sentimientos y recuerdos comunes— transponen la esfera existencial del sujeto; pertenecen a un nivel profundo y remoto del psiquismo, ya que se vinculan con ciertas predisposiciones o tendencias naturales del individuo. Este cúmulo de elementos innatos, que no son adquiridos ni heredados, conducen a símbolos o representaciones análogos. Los arquetipos de la forma, el color y el espacio simbólico son contenidos del inconsciente colectivo».1

Todo lo que proyecta el ser humano, ya sea en un papel, una pared o una computadora, tiene un contenido emocional y cultural y a la vez, esas proyecciones transmiten a los receptores distintas sensaciones, emociones, pensamientos, sentimientos y reacciones. Por este motivo, es muy importante que se tenga una conciencia de aquellas proyecciones que transmite un logotipo, tipografía o publicidad gráfica.

«La historia del simbolismo muestra que todo puede asumir significancia simbólica: los objetos naturales (como piedras, plantas, animales, hombres, montañas y valles, sol, luna, viento, agua y fuego) o cosas hechas por el hombre (casas, barcos, coches) o incluso formas abstractas (números, el triangulo, el cuadrado y el círculo). De hecho, todo el cosmos es un símbolo posible.

El hombre, con su propensión a crear símbolos, transforma inconscientemente los objetos o formas en símbolos —dotándolos, por tanto de gran importancia psicológica— y los expresa, ya en su religión o en su arte visual».2

Cada cosa que vemos tiene un mensaje que va más allá de lo consciente, si bien el creador tiene una intención puramente consciente, se filtran intenciones inconscientes, mensajes ocultos que se escapan.

Los seres humanos somos entes que proyectamos en todo acto, cuando hablamos, escribimos, nos movemos, callamos o estamos quietos. Vivimos en constante comunicación, aunque no hagamos nada; lo cual también implica una comunicación. Por ejemplo: en grafología dejar espacios en blanco equivale, entre otras cosas, a silencios o estados de angustia (dependiendo el contexto). Por lo tanto también comunican algo. Todo comunica, el asunto es saber descifrarlo, tener el ojo preparado para ver lo que otros a simple vista «creen no ver» pero llega al inconsciente, provocando una reacción.

Todos interpretamos los mensajes, algunos más rápido, otros tardamos un poco más, pero el mensaje llega. Se sabe que también hay interferencias que provocan que el mensaje pueda llegar distorsionado, pero aquí ya juegan otros componentes. Como decía Alejandro Carpintero: «es imposible que se lea una sola cosa, lo importante es que no se lea cualquier cosa. […] Luchamos por imponer sentido».  Intentamos comunicar de la manera más adecuada nuestro mensaje para tratar de que llegue lo menos distorsionado posible, ya sea hablando, escribiendo o a través de mensajes visuales.

Si somos conscientes de lo que estamos comunicando verdaderamente, tenemos grandes ventajas para desarrollar una gráfica equilibrada, coherente, eficaz que seguramente tendrá éxito.

Fuente: Foroalfa.com

Aprendiendo a comprar menos


La mayoría de personas realizamos nuestras compras motivados por la emoción del momento. Se compra y luego se justifica la decisión. Un estudio realizado por el psicólogo, Javier Gómez, autor del libro “Sabes Por Qué la Gente Compra”, muestra que “el 98% de las personas compran productos o servicios por emoción y posteriormente justifican esas compras racionalmente”.

El portal FinanzasPersonales.com.co publicó la clasificación que hace Gómez de los consumidores y sus tendencias. Averigüe usted mismo si hace parte de alguno de ellos y si esta de acuerdo con esta forma de catalogar el pensamiento, la emoción y la acción del consumidor

  1. Comprador racional: Planifica y medita su compra. Llevado por la necesidad de adquirir un objeto o servicio. La persona investiga el precio adecuado a su presupuesto, la marca más idónea para su necesidad e incluso ubica el día de la semana que más le favorece para adquirir lo planeado.
  2. Comparador impulsivos: Compra emotivamente. La persona llevada por el gusto del momento compra sin cotejar precio, calidad, ni presupuesto.
  3. Compradorcompulsivo: Compra por impulso sin poderse controlar. Considerada como enfermedad, la persona siente placer al comprar seguido de un sentimiento de culpa. Compra lo que ve sin mayor reflexión. Adquiere objetos inútiles o que no le gustan y gasta más de lo que puede.

El comportamiento de compra y consumo está motivado por la percepción. Los estímulos de marketing que reciben nuestros sentidos crean la idea de insuficiencia, la cual es necesaria suplir con la adquisición de un producto. Como diría el psicoanálisis, la idea de La falta.

Según el psicólogo, Abraham Maslow, creador de la teoría de la motivación humana y la conocida pirámide de necesidades, la mayoría de personas priorizan sus necesidades en el siguiente orden: las necesidades físiológicas, la seguridad, el sentido de pertenencia, la reputación y el prestigio, las necesidades de estima y por último la autorrealización.

Es así como las personas terminamos comprando por diferentes motivos, de acuerdo al estado de necesidades en el que nos encontremos según la pirámide de necesidades de Maslow. Así podrían clasificarse nuestros disparadores de consumo en:

-Deseo de reconocimiento: Las personas quieren ser prestigiosas así que compran aquello que les garantiza exclusividad.
-Codicia. Nunca es suficiente lo que se tiene. Siempre existe la necesidad de adquirir algo más, diferente y a la moda.
-Amor. Hacer feliz a su pareja o familia, cuidar su seguridad y festejar los días especiales incita a la compra.
-Competencia. Tener lo último, lo más caro, lo más fino, viajar, ser el mejor vestido o tener el mejor cuerpo es una forma de sentirse ganador.
-Comodidad. Sentirse a gusto en los lugares habituales hace que las personas inviertan en la cama más grande y suave, una silla amplia de materiales finos, televisores de dimensiones grandes y carros con el mayor lujo posible.
-Miedo. Temor a no poder disfrutar y tener lo que los demás tienen. Miedo a morir sin disfrutar los beneficios de la vida.

¿Se puede y deben evitar las compras?
Cada quien puede tener su punto de vista sobre ésto y considerar en qué punto es una exageración o una adicción. Para la psicología está básicamente en la pérdida de control y la incapacidad de parar de comprar. Bien sea desde una perspectiva liberal o desde una perspectiva social, las compras hacen parte del engranaje económico de una sociedad. Desde una de libre mercado con mayor presencia o desde una Estatal con mayores regulaciones. Para María Fernanda Cala, psicóloga del consumidor y especialista en mercadeo, unos tips para evitar el consumismo, son:

  • Disponga de un día en especial. No vaya todos los días de compras. Lo ideal es planear, así limita la posibilidad de comprar sin ninguna reflexión.
  • Coma antes de comprar. Somos más vulnerables y menos selectivos a la hora de comprar y valorar los precios cuando estamos hambrientos.
  • Realice una lista. Esto evita que se compre artículos innecesarios.
  • Tenga en cuenta su presupuesto. Gaste solamente lo que pueda para su compra.
  • Tómese su tiempo. La persona que va de manera rápida hacer compras suele adquirir los artículos sin evaluar precios u opciones.
  • Sea un comprador informado. No se deje llevar solo por la publicidad y las ofertas. Indague sobre el producto y el precio antes de comprarlo.

El cliente que le ganó $590 a Carrefour y otros casos similares


Para la Superintendencia de Industria y Comercio, el cliente casi siempre tiene la razón. Al menos así queda evidenciado en las decisiones que toma diariamente.

Echando un vistazo a las decenas de sentencias que producen las delegaturas del ente de vigilancia, se puede evidenciar que los reclamos por lo general son resueltos a favor de los usuarios.

Para la muestra, Dinero.com le enseña una lista de algunos casos en los que, por ejemplo, los almacenes de cadena han tenido que devolver sumas irrisorias a un cliente por demandas relacionadas con publicidad engañosa o cobrar de más.

Por solo $590

Gabriel Franco compró en un establecimiento de Pereira unos ‘nuggets marca Carrefour’ que se anunciaban con un precio de venta de $5.490 en el periodo comprendido entre el 13 y el 30 de enero de 2012, pero al revisar su factura, encontró que le había cobrado $6.080. La firma no refutó las pruebas presentadas por el usuario y cumplió la orden de reintegrarle el diferencial de $590.

¿Y el descuento?

Cuando Johanne Schaer quiso aprovechar una promoción del 50% de descuento para la compra de la segunda unidad de bebidas lácteas de la misma marca y referencia en Carrefour, se encontró con una ingrata sorpresa: en la letra pequeña de la publicidad decía “no aplica en la sección de perecederos ni leches”. Al encontrar que el cliente estaba en lo cierto, la Superintendencia ordenó hacer efectiva la promoción. Además, le pareció muy extraño que la promoción excluyera los alimentos perecederos, teniendo en cuenta que se trataba de lácteos.

Un solo zapato

Gloria Robledo se acercó a uno de los almacenes Éxito para comprar ‘baletas despuntadas con correa’, cuyo precio aparecía expuesto como $29.950 por unidad y dos por $59.900. Para aprovechar la promoción, decidió adquirir dos de estos productos, pero al momento de ser facturados le cobraron $119.800, por lo que se quejó. La respuesta fue que ese era el precio correcto, porque el valor unitario se refería a cada baleta y no a cada par. Esto la hizo desistir de la compra. La publicidad inducía al error, motivo por el cual la Superintendencia le ordenó al Éxito mantener la oferta.

Otra bicicleta

Falabella tuvo que devolver $144.800 de una bicicleta que compró Leonardo Jiménez por internet, pero recibió una de otra referencia. Aunque pidió el cambio, después de ocho solicitudes telefónicas no se lo hicieron, lo que le valió a la empresa tener que entregarle el dinero al usuario.

Cédula perdida

Al hacer efectivo un cambio en Falabella de un DVD que no cumplió con las especificaciones que decía el empaque, Edison Ayala olvidó un cable HDMI en su casa, por lo que dejó como prenda su documento de identidad que sería devuelto una vez entregara el elemento. Cuando en el almacén verificaron que el DVD no traía dicho cable, al usuario le entregaron otro DVD, pero esta vez olvidó reclamar su documento. En la oficina de devoluciones nunca apareció la cédula, por lo que la Superintendencia de Industria ordenó a Falabella asumir los $34.000 que le costaba al cliente la expedición del nuevo documento.

Estos son apenas cinco ejemplos de las sentencias que les han dado la razón a los clientes, independientemente de que las cuantías de los reclamos no sean tan altas. En muchos casos, el valor a pagar por la empresa es mucho menor que el que conlleva el trámite de las demandas.

Fuente: Dinero.com

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Publicista: ¿qué me estás queriendo decir?


Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
Ese pareciera ser el pensamiento de muchos de nosotros cuando vemos la publicidad. Después de una tanda de comerciales uno tiene la sensación de haber asistido, sin querer, a la última exposición de arte subrealista. Mensajes llenos de estética, de efectos, de modelos y de jingles pegajosos pero sin claridad en el mensaje… al final no se sabe si lo que le queria decir la publicidad era una cosa o precisamente todo lo contrario.

El mensaje ha pasado a segundo plano. Campañas sin objetivo, sin estrategia, sin concepto y sin efectos. Me pregunto a veces, qué será lo que piensan los publicistas y sus clientes para desperdiciar tanto dinero en avisos, cuñas o vallas con el último modelo de la temporada pero sin el último concepto de la marca. Tanto el fondo como la forma hacen un todo en el mensaje que se quiere comunicar, pero el uno sin el otro dejan coja a la comunicación.

Muchas empresas parte del supuesto de que repetir lo mismo que esta haciendo su competencia es lo indicado, cuando en realidad hacer lo contrario sería lo indicado para generar recordación y conseguir clientes. Los clientes nos fijamos en lo que podemos reconocer, y más de lo mismo es difícil de reconocer pues se vé igual que el resto. Uno puede diferenciar fácilmente una manzana verde en una caja de manzanas rojas pero no tan fácil una manzana roja en una caja de manzanas del mismo color.

La mente trabaja a partir de la asociación que logra hacer entre conceptos, si estos conceptos no son claramente definidos su trabajo se dificulta. El consumidor necesita de mensajes claros, que le expliquen el motivo para elegir un producto o servicio y además lo agradece con su preferencia.

Por eso la próxima vez que vea una publicidad, no se pregunte si le gusta o no. Pregúntese si le esta comunicando una idea o no. Al fin y al cabo la función de la publicidad está más del lado de lo efectivo que de lo bello, aunque si se pueden combinar las dos cosas, mucho mejor para todos.

Revelando los secretos del mago – Parte 4 de 4


Por: Carlos Andrés Naranjo-Sierra
Finalizamos con esta edición la serie llamada Revelando los secretos del mago en la cual hemos venido hablando desde tres ediciones anteriores sobre los trucos más comunes de la mercadotecnia, con el ánimo de ponerlos en conocimiento de todos los tenderos a fin de mejorarlos, descartarlos o utilizarlos tal como están.

Podríamos quedarnos varios meses hablando de los secretos de los magos del mercadeo y la publicidad y nunca terminaríamos de hablar de todos, pues la competencia y el libre mercado exigen que cada día se inventen y desarrollen nuevas ideas, para ponerlas al servicio del sistema económico y de los hombres y mujeres que lo conforman.

De lo que se trata entonces, es de estudiar las técnicas básicas para poder asumirlas con ojo crítico. Hoy quiero finalizar hablando de uno de los artilugios más antiguos y más utilizados en las épocas de crisis y el cual aprendí hace algún tiempo en mi labor junto a un prestigioso asesor de mercadeo. Me parecía bien especial que él le hablara a sus clientes de «no preocuparse por la plata» y muchas veces comenzara a trabajar sin dejar en claro el valor de su trabajo bajo el pretexto de que lo importante es «servir».

Luego entendí la razón de esta táctica cuando me di cuenta de los jugosos honorarios por los que pasaba sus cuentas de cobro sin cotización previa. Si él le advirtiera a sus prospectos sobre el valor de su trabajo tendría que enfrentar una mayor resistencia por parte de las empresas, y en cambio ya después de realizado el trabajo no era mucho lo que se podía discutir. Este personaje que se jura un mazo en mercadeo, hoy sigue vendiendo humo a cientos de personas y ha descubierto que en los temas de finanzas y riqueza hay una nueva moda (Robert Kiyosaki) y ahora vende cursos para hacerse rico en los que, como sucede en las loterías, quien se hace millonario es él mismo.

«El era un vendedor del montón, sus comisiones era muy regulares» me decía mi tía Teresita, que trabajó toda su vida en el departamento de contabilidad de la Compañía Nacional de Chocolates, y donde este señor comenzó su carrera de ventas. Hábilmente se dio cuenta que el dinero no estaba en la fatigosa labor de atender clientes sino en las conferencias y las asesorías, por medio de discursos novedosos, no importaba si carecían de fundamentación técnica o empírica. Uno de los secretos a voces de muchos magos del mercadeo.

Personalmente no comparto esa forma de hacer las cosas, así que también hace algún tiempo que no trabajo con él ni con esta filosofía. La primera y última vez que me contactó fue para trabajar para una clínica oftalmológica pidiéndome que incrementara un 30% mis honorarios para su beneficio. Participé activamente del concepto, diseño y diagramación de su primer libro sobre el auge del servicio y la decadencia de las ventas. ¿Me pagó por el trabajo? Por supuesto que no. ¿Me cobró el incremento del 30% en mis honorarios? Por supuesto que sí. Ahora engatusa a nuevos incautos supuestamente enseñándoles a ser ricos.

Estos individuos saben que la vergüenza y la seducción funcionan, otras de las emociones de las que se aprovechan algunos mercadólogos para hacer sus negocios, pues no todos somos capaces de pararnos en la raya y hacer el justo reclamo a tiempo. Por eso ahora en vacaciones no se extrañe, si Usted es papá o mamá, si de repente viene un vendedor de helados con el palito de la paleta que su hijo se acaba de comer, a cobrar por un producto que Usted no compró voluntariamente. Pero ésto no se presenta sólo en los asesores o los vendedores de productos para niños, sino también en almacenes de víveres, ropa o comida.

Cada uno por su lado ha desarrollado sus propias tácticas para tratar de vender más; obsérvelas, descúbralas y decida Usted, si sigue la corriente o traza un nuevo camino en el que los secretos del mago sean revaluados y nuevas propuestas creativas determinen el rumbo del mercado.